Hace cuatro años, el 12 de septiembre de 2013, llegué a Colombia. Es decir, soy cuatro años un colombiano.
Vea la primera publicación del Grupo Amos en Colombia.
Esta publicación de aniversario ofrece más y diferentes detalles sobre los últimos cuatro años.
No he sido secuestrado, ni me han matado y nadie me ha robado el hígado. Cuando recién había llegado y solo para saber con qué tipo de personas estaba, casualmente pregunté a como se vendía el hígado humano en el mercado negro. Nadie lo sabía. Ellos solo sabían los precios del hígado de vaca en el supermercado. Por mi experiencia en estos cuatro años, sé que Colombia es un lugar seguro, divertido y emocionante para vivir o visitar.
Lo que aprendí
En 1997 me trasladé a España. Fue mi primera experiencia en el extranjero y llegué pensando que hablaba español. El lenguaje había sido un elemento básico en el colegio y la universidad; además, intensifiqué su estudio antes de mudarme. No obstante, mi palabra favorita los primeros meses en España fue “¿qué?)”. Mis primeros meses en Colombia no fueron tan malos. Pero sí tuve mucho español para desaprender.
En todos mis años de escuela en los Estados Unidos me enseñaron la versión latinoamericana del español. Vivir en España durante casi cinco años me obligó a desaprender ese contexto, pero, ahora en Colombia, necesitaba desaprenderlo y readquirirlo una vez más.
Existen diferencias gramaticales entre el español colombiano y el español hablado en España. Lo más notable es que en España usan la forma vosotros del verbo, el plural de la segunda persona familiar tú. Pero no en Colombia. La expresión Vosotros es un desarrollo lingüístico que surgió en España después de que sus nuevas colonias en el mundo se independizaron. Por lo tanto, no se transfirió su uso a América Latina. Gasté mucho tiempo y energía aprendiendo a conjugar verbos en español utilizando el vosotros. No quería dejarlo ir. Fue una preciada habilidad. Pero persistir e insistir hizo que adaptarse a Colombia fuera más difícil. Finalmente abandoné el vosotros doce meses después de vivir en Colombia.
La mayor diferencia entre el español de España y el de Colombia es el vocabulario. Tuve que aprender un nuevo conjunto de palabras. El lenguaje de jerga tiene expresiones completamente diferentes. Es el mismo idioma, pero muy diferente.
Además del lenguaje, existe el entorno empresarial, menos formal en Colombia que en los Estados Unidos, pero también menos flexible. Las empresas suelen tener su forma de hacer algo. Te dan miradas en blanco si sugieres un cambio.
Lo que aprendí sobre mí mismo
Mi vida ha tenido cambios intangibles en estos cuatro años. Estoy más saludable debido a un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida. He aprendido que soy un profesional independiente. Mi bienestar mental y físico sufre cuando se ajusta a las demandas de un empleador. Si bien hay estrés en la incertidumbre y la inconsistencia del trabajo independiente, mi cuerpo maneja eso mucho mejor. Mis ritmos naturales y mi creatividad no están en peligro. Es cierto que no tuve que salir de Estados Unidos para recibir estas lecciones, pero mi capacidad para mantenerme como profesional independiente se correlaciona directamente con mis gastos generales, que son más bajos en Colombia. Y los mercados en los que trabajo por cuenta propia se expandieron con mi reubicación internacional. Más importante aún, cuando no tengo clientes a quienes atender, puedo darme el lujo de poder enfocarme en proyectos personales en lugar de luchar para encontrar más trabajo remunerado.
Sin embargo, mi vida tuvo dos grandes retos. Mudarme a Colombia me separó de mi familia y de mis amigos de toda la vida. Una cosa que extraño más son los desayunos de los domingos por la mañana con mi hermano mayor y con cualquiera que aparezca a esa hora. Incluso cuando vivía en Lancaster, Pensilvania, conducía tres horas para desayunar en Nueva York con él, o nos encontrábamos en un restaurante en la mitad del trayecto.
Entonces, una vez que hice una red social en Manizales, decidí mudarme a Medellín. Por supuesto, soy un tipo sociable y hago amigos fácilmente, pero cada movimiento me devolvió a cero y ese reinicio continuo tiene un costo. Afortunadamente, mi necesidad de vivir en otros lugares se ha evaporado. Mi nuevo estilo de vida es visitar el mundo. Mi red social y profesional en Medellín está establecida y creciendo. No hay necesidad de cambiar eso de nuevo.
Una lección psicológica
Hace cuatro años, una buena amiga me preguntó de qué estaba huyendo. Mi respuesta fue defensiva o más bien una mentira. No pensé que estuviera huyendo nada, pero ella tenía razón. Me estaba escapando de mí mismo. Soy denso y lento. Solo después de un par de movimientos y una buena dosis de terapia puedo ver que realmente estoy yo donde quiera que sea que vaya.
Hay más para aprender y resolver, pero el progreso incremental es progreso, no obstante. Y, afortunadamente, Colombia me ha dado un gran ambiente externo para luchar contra mis demonios internos.
Cuatro años un colombiano y contando
En general, a estos últimos cuatro años de mi vida yo les daría un B+: con espacio para mejorar, pero no hay necesidad de volver a rehacer las cosas. Deséenme un feliz aniversario y quédense conmigo en este viaje.